domingo, 21 de octubre de 2012

Sobre los sistemas educativos. Palabras, voces, dibujos conectados en este video

Interesante conjunción de un pizarrón en clave actual, una voz de profesor también en clave actual, mucho contenido crítico sobre educación, en este video sobre la mirada de Ken Robinson en torno al sistema educativo, la relación con la creatividad, los diagnósticos de la actualidad. Para discutir.
Una de las cosas para discutir es el enorme poder que le ponen a la escuela. ¿Y qué pasa con otras dimensiones educativas?
¿Dónde queda el poder educativo de la familia, de los amigos, de otras instituciones, de la calle, de la televisión, internet, etc.? Cómo puede ser que aún hoy en día se le adjudique tanta trascendencia formativa a la escuela sin comentar otras agencias educativas.
Tampoco hay una reflexión sobre las personas, los colectivos sociales, libres que son producto de esta historia. Los científicos, los revolucionarios, las masas alzadas, las luchas feministas, líderes mundiales, artistas brillantes, etc. ¿No transitaron acaso también por el mismo sistema educativo? Éstas y muchas otras cosas se pueden empezar a pensar a partir de mirar este video.
http://youtu.be/E1iU30_0kGs

domingo, 26 de agosto de 2012

Jesús Martín Barbero: de todo un poco

Doy clases en una materia que se llama Comunicación, Tecnologías y Educación, en la carrera de Pedagogía Social de un instituto terciario.
Siempre empiezo con un complejo texto de Martín-Barbero al que los estudiantes sistemáticamente se resisten. Después de muchos cuatrimestres por fin me decidí a buscar otros textos del mismo autor que reemplacen a aquel texto largo y complejo que me gustaba dar.
Internet tiene algo fascinante: uno entra a buscar algo y encuentra otra cosa, siempre se va corriendo lo que buscamos... se escapa, se aleja, se desplaza. Lo seguimos buscando porque sabemos que estamos cerca pero nos desplazamos postergando hacer click ahí donde sabemos que encontraremos lo que buscamos. Y esto lo hacemos no por una histeria intelectual (o sí, no sé) sino porque lo que nos vamos encontrando es interesante, enriquecedor, sorprendente o simplemente acorde y pertinente respecto de lo que buscamos.
En este camino serpenteante de la búsqueda por la red de redes me encontré con varios artículos, entrevistas y libros. Y luego seguí buscando y encontré videos. Y ahí me quedé.
Así que ahora, en lugar de UN artículo recomiendo distintos formatos. Una entrevista escrita, un video con dicha entrevista y unos cuantos artículos.
El primer video que propongo se refiere a las tecnologías y las redes sociales a través de internet. Frases del ya conocido especialista en comunicación social como "la red social que parte de la frialidad del computador es capaz de repotenciar lo que creíamos muerto" sugieren repensar seriamente nuestros preconceptos en torno a las tecnologías en educación. Martín-Barbero señala la conexión entre nuevas interacciones y la potencialidad de lo social a través de las tecnologías, y propone reinventar la educación. ¡Pequeño objetivo! La entrevista es de 2004. Me gustaría saber cómo sería esta entrevista al calor del impactante y extendido ya programa Conectar Igualdad de provisión de netbooks para los chicos y profesores de todas las escuelas públicas del país.
Volviendo al video, escucharlo y seguirlo también es complejo pero bueno... es cuestión de escuchar y leer, y producir nuestro propio conocimiento. Empezar por el video, seguir por la entrevista escrita y seguir por algún libro, artículo o ponencia de las muchas disponibles en internet y en las librerías y bibliotecas. Por algún lado hay que empezar y esta vez propongo este modo.
El video está disponible en youtube. Además se puede leer la transcripción de esta breve entrevista en el portal de Educar.
Después de ver esta entrevista me encontré con otra, que me hizo pensar en Bauman, en el capítulo IV de Turistas y Vagabundos sobre sus posiciones en torno al consumo. También resulta interesante cómo vincula Martín-Barbero el consumo a la conciencia historia, a la memoria del pasado, algo que ya hace en la anterior entrevista. Lo hace en el marco dentro de las competencias básicas educativas necesarias actualmente.
Finalmente también está disponible el libro del que les doy a leer el capítulo 3, que reúne estas ideas de manera más sistemática y clara: La educación desde la comunicación, publicado en 2002 por Editorial Norma. La introducción del libro es necesaria para aclarar varias cuestiones y creo que resulta indispensable para situar los principales argumentos y posiciones que luego sostiene el autor.
Dejo este espacio (en comentarios, claro está) para hacer preguntas o comentar cuestiones vinculadas a las lecturas y al visionado de estos videos sugeridos u otros que surjan paseando por la web.

viernes, 29 de junio de 2012

DONDE VIVEN LOS NIÑOS. Sobre la película “Donde viven los monstruos”


Este artículo -que saldrá próximamente publicado en papel integrando la revista N° 3 del Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación, en donde doy clases en la carrera de Pedagogía Social- parte de la película Donde viven los monstruos, cuyo título original es “Where de wild things are”. Pero la película es una excusa para reflexionar acerca de las producciones dirigidas al público infantil, ya sea literatura, cine, teatro o cualquier otra. Es una invitación a hacer entrar en nuestros análisis y en nuestra práctica la dimensión de lo fantástico, lo monstruoso, lo irreflexivo, lo ambiguo y... lo infantil.
Hecha esta presentación,va el artículo y al final sugiero visitar estos días el portal de Educ.ar donde hay mucha más información sobre el genial Maurice Sendak.


Una de las primeras preguntas que surge al terminar de ver la película de Spike Jonze, que fue lanzada en DVD en Argentina en el año 2010–y que nunca llegó a ser estrenada en las salas de cine por motivos que no cabe analizar en esta oportunidad- es si se trata de una película infantil o si es sobre la niñez pero para adultos.
¿No es acaso muy dramática? Sí, pero ese drama es propio de ciertos momentos claves de la vida de los niños y niñas. Y, además, ese mundo fantástico en el que el protagonista se sumerge es fascinante para los niños y está lleno de los componentes típicos de los relatos que mejor atrapan a los niños y niñas: viajes, aventuras, desafíos, paisajes surrealistas, música dinámica, acción. Sí, sí... ¿pero igual no es muy violenta para los niños? Sí, claro pero... expresa la violencia, a veces contenida y otras explícita, que tienen todos los niños y las niñas. Sí, pero eso parece ser más una reflexión para padres y otros adultos.¿Es una película para niños y niñas o no lo es? Sí, no, quizás... ¿importa? Quizás estas preguntas sí importaron a la hora de buscarle una fecha de estreno en la Argentina y un circuito de exhibición: ¿alguna sala de centro comercial en vacaciones de invierno? ¿Con qué tanques hollywoodenses competirá? ¿Doblada al castellano o subtitulada? La dificultad de calificar una buena película para cualquier edad muchas veces desemboca en la imposibilidad de estrenarla.
Las mismas dudas sobre la pertinencia para niños y niñas produjo, en 1963, el libro en el que está inspirada la película, escrito e ilustrado por Maurice Sendak. Después de discutir con quien hayamos compartido la película o con la crítica que la reseñe, vale la pena detenerse en lo que la película tiene para contar y mostrar, y con qué recursos propios del lenguaje cinematográfico lo hace. A los fines de esta reflexión, no importa tanto para quién está dirigida, sino ese profundo mundo infantil en el que nos introduce de prepo, a fuerza de lágrimas, gritos y de la mano de los monstruos.
Llevar al cine de imagen real (y no de animación) el clásico de Sendak fue, sin duda, una apuesta arriesgada y audaz por parte de guionistas, director y actores. Entre todos crean un territorio extraño e interesante, poco frecuente en el cine con niños y para niños, y demuestran que otro cine infantil es posible. Sin duda, el debate acerca de si un filme es o no para niños se genera una y otra vez con películas provocativas y de un imposible encasillamiento como ésta. Si bien no hay una respuesta unívoca, al menos me animo a afirmar que el espectador de Donde viven los monstruos se encuentra ante una visión inteligente, profunda y respetuosa de la infancia.

La aventura de viajar
Pero adentrémonos en la primera parte de la película, que transcurre en el hogar. Max, el protagonista, es un niño de unos 9 años. Un niño con celos porque su hermana adolescente no le presta atención y se vuelca a los amigos y amigas. Un niño con una madre trabajadora –y, naturalmente, poco presente en la casa- y sin padre. Un niño furioso quizás porque no acepta que las cosas sean como se le presentan. O porque crecer y darse cuenta de ello es doloroso.
Un niño, además, con una vasta imaginación y capacidad de narrar historias, inventar mundos. Pero, ante todo, un niño furioso...
Si la vida no es fácil para un adulto mucho menos puede serlo para un chico que no termina de entender el mundo que lo rodea. Esto parece desprenderse de un momento de tensión del filme en el que, arruinando la velada de su madre con un pretendiente, Max hace un escándalo a la hora de irse a dormir, y metido dentro de un disfraz de lobo (tal como en el ya clásico libro de Sendak), se sube a la mesa, exige comida y termina mordiendo a su mamá cuando intenta reprenderlo por su comportamiento desmedido y descontrolado. En ese momento de cólera irrefrenable y escapando del reto materno, Max huye de la casa. Sale corriendo bajo la nevada nocturna por las calles del barrio perdiéndose en un pequeño bosque cercano que le da refugio y le abre las puertas a otra dimensión.
En ese momento, en ese bosque real y fantástico a la vez, empieza lo mejor del filme y una aventura intensa y transformadora de este niño. La película da vuelta la página, abandona la superficie ordenada y racional del relato (familia monoparental, conflictos familiares e infantiles) y se hunde en los brazos de lo fantástico evitando tocar lugares comunes e invita a navegar por la imaginación infantil como si el director fuera un niño o una niña. Allí todo tiene una no-lógica, gana el sinsentido. Sin embargo, como en la estructura psíquica del sueño o de la metáfora, encontramos cierto diálogo narrativo, idas y venidas entre los elementos de aquella historia doméstica inicial, “real”, ordenada y ese mundo interior infantil donde la furia se hace grito, gruta, tormenta.
Desde aquel bosque, Max emprende un viaje por los mares del mundo en un velero artesanal y precario. Se ve envuelto en una tormenta arrolladora que lo lleva hasta una costa donde nada de lo que sucederá será predecible ni deseable ni tendrá un final feliz... ni trágico. 
La travesía nos remonta a las mejores historias de viajes extraordinarios, que describen mundos desconocidos o ajenos al mundo de los adultos, tales como El Quijote de la Mancha, Los Viajes de Gulliver, Robinson Crusoe, El Principito, Sandokan o Alicia en el país de las maravillas. Así, esta película, como aquellas otras historias de una literatura que no podemos calificar de “infantil” pero que fascina a niños y niñas (a veces a pesar de los adultos y de sus intentos de adaptaciones pedagógicas) nos abre una ventana, nos invita a espiar por un mundo externo a los adultos.

La celebración de la fantasía
A esta altura de la película, si el espectador bajó sus defensas adultas que no hacen más que buscar el sentido a cada parte del relato y dejó que haga su aparición su imaginación infantil, entonces ya no importa entender si lo que está pasando sucede en la mente del protagonista, si es un sueño o si es real. Mejor relajarse y dejarse llevar por el relato.
El nuevo mundo adonde llega Max con su velero a la deriva es un lugar dominado por lo salvaje. Eso que “está pasando” ante nuestros ojos es una tierra de monstruos que funciona en la historia como una amenaza y a la vez como una salida de las angustias del protagonista.
Los monstruos son centrales en la obra, tal como lo eran en el libro original. La calidad actoral, de las voces de los monstruos, del vestuario y de los escenarios funciona como correlato del libro, donde las ilustraciones son protagónicas, y condensan un poder visual y narrativo fabuloso.
Técnicamente la película presenta una combinación entre voces de actores, artistas intérpretes en los disfraces e imágenes generadas por computadora, muñecos y escenarios extremos (desiertos, tormentas, bosques, incendios). El director, Spike Jonze, propone una estética de cámara en mano, brusca, que oscila entre lo rabioso y lo contemplativo, a través de la representación de conflictos y sucesos de gran dinamismo en el marco de una luz melancólica de las primeras horas del amanecer o del atardecer.
El correlato entre película y libro no solo es estético, sino que ambos se sumergen en los confusos y caóticos territorios de los miedos, el deseo, la libertad, la dominación, lo oscuro, lo onírico, lo prohibido. Se ha dicho de Sendak que no es un autor fácil y que no siempre fue aceptado por el público adulto pero sí por los niños. Quizás porque se animó a hablar de aquel lugar donde se esconde lo salvaje de nosotros mismos y dar una visión de la infancia poco romántica.
A partir del viaje de Max a la tierra salvaje, se suspende aquel efecto de realismo que produce la primer parte de la película donde las escenas transcurren en el hogar. Podemos decir, retomando algunos conceptos de la escritora Graciela Montes, que la película (y el libro ya lo hacía) se aleja de aquel realismo que echó raíces y que sobrevive hasta nuestros días, padre de los cuentos de “niños normales”, colocados en situaciones cotidianas, semejantes en todo lo visible a las del lector –cuentos disfrazados por lo tanto de realistas-. Como afirma Montes, en estos cuentos fabricados por la modernidad disciplinadora y pedagogizante -gracias a la cual lo que iba dirigido a los niños debía ser formativo, educativo, positivo y medido- la realidad era despojada de un plumazo de todo lo denso, matizado, tenso, dramático, contradictorio, absurdo, doloroso: de todo lo que podía hacer brotar dudas y cuestionamientos[1]. Se suspende, decíamos –o mejor dicho, no llega a aparecer en la película- el componente “pedagógico” tal como lo piensa la autora. No hay mensaje para los niños, no hay –al menos no de manera intencional- valores a transmitir ni historia moralizante. El filme se aleja de propósitos aleccionadores y de aquel “corral de la infancia” del que habla Graciela Montes construido durante la época de oro de los pedagogos. Época que condenó a los ogros, las hadas y las brujas de los cuentos tradicionales; y la crueldad, ambivalencia e incertidumbre de la literatura infantil. Los expulsaron por inmorales, crueles, mentirosos y excesivamente fantasiosos. La fantasía era peligrosa.
La película de Jonze, en cambio, celebra la fantasía, reinvita a los monstruos y toda la ambigüedad y ambivalencia tanto de ellos como de la niñez, sondea en las profundidades de la compleja imaginación infantil, se anima a escarbar en los miedos y deseos de los niños y las niñas. Y no construye más mensaje que aquel de las mejores historias de todos los tiempos: que vale la pena salir a explorar el mundo y en ese viaje encontrarse con nuestras oscuridades y luminosidades, y aprender de la experiencia que todo viaje significa.
Podemos ensayar la hipótesis ya probada de que los monstruos de este filme, así como las hadas, los ogros y otros personajes clásicos, funcionan como proyecciones de los miedos y esperanzas del protagonista –y de los niños-. El libro original ya abordaba algo tan profundo que no resulta extraño que muchos críticos literarios se hayan detenido a analizar su contenido desde una perspectiva freudiana. En este sentido Bruno Bettelheim, desde la perspectiva teórica del psicoanálisis, afirmaba en un libro ya clásico[2], que los cuentos de hadas –y con él decimos de monstruos- dan pie a que las angustias indeterminadas de los niños se concreten y se tornen, al propio tiempo, más dominables. Quizás no podamos coincidir de manera absoluta con otra afirmación del autor, que sostiene que estas historias ofrecen soluciones a los miedos y zozobras. Pero sí podremos coincidir en la pertinencia de incluir en las películas, cuentos y otras obras artísticas las representaciones de nuestros monstruos interiores.
“Fuera de la vigilancia todo niño habita, desde siempre, una zona propia” [3], dicen Alvarado y Guido. Y no hay zona más alejada de la vigilancia adulta que la fantasía o, podría decirse, el inconciente. Esos miedos que acechan y esa necesidad de amor, de comprensión, de contención por parte de las personas amadas están encarnados en cada monstruo. Cada uno de los monstruos tiene algo de Max, algo de su mamá, algo de su hermana. Particularmente, uno de los monstruos funciona casi como el alter ego de Max – con sus inseguridades, su deseo de liderazgo, su necesidad de ser amado-. Por momentos es mejor que él y le devuelve también un espejo deseable de sí mismo. Max al principio les teme a los monstruos (¿a sus monstruos interiores? ¿O a los que encuentra en ese mundo salvaje? ¿o se trata de lo mismo?) pero a su vez se reconoce en ellos, los ama y se aferra a ellos en tanto es feliz con ese desborde de sentimientos que expresan, tanto en la alegría como en la bronca y la tristeza. Adora las ganas de jugar y de fundar comunidad que tienen los monstruos, sus prácticas colectivas y sus rituales de construcción y de destrucción de su mundo. 
La historia avanza sobre un Max que se vuelve Rey de esa tierra donde viven los monstruos y que tras dominar un tiempo sin éxito sostenible decide dejarlos y volver al hogar. No hay explicación sobre ello, tal como en el libro. El relato no produce una moraleja aleccionadora. Simplemente el protagonista vuelve a su barca precaria y, ya sin tormentas, vuelve a los brazos de su madre, que lo espera sin sobresaltos, sin reproches. Y tras un viaje, nunca se vuelve de la misma manera. Max, probablemente sea otro.

Buenas historias para niños y adultos
Esta película, en tanto experiencia estética que retoma lo mejor de los relatos infantiles de todos los tiempos, construye –en palabras de Maite Alvarado y Horacio Guido- “ese espacio inalcanzable, allí donde viven los niños [...] Se trata de ese lugar contradictorio en el que (se) pierde la razón: un agujero negro en constante desplazamiento, que no cesa de urdir triquiñuelas que le permiten escapar de las trampas que intentan capturarlo”[4].
Sobre la pregunta inicial de si es una película para niños o no vale la pena extenderme en un fragmento de estos autores: “Los cuentos de hadas nunca han sido literatura para niños. Eran narrados por adultos para el placer y edificación de jóvenes y viejos; hablaban del destino del hombre, de las pruebas y tribulaciones que había que afrontar, de sus miedos y esperanzas, de sus relaciones con el prójimo y con lo sobrenatural, y todo ello bajo una forma que a todos les permitía escuchar el cuento con delectación y al mismo tiempo reflexionar acerca de su profundo significado.
En contradicción con lo que se creyó como verdadero durante millares de años, a lo largo de estos dos últimos siglos y solamente en el mundo occidental, la idea de que esas historias son adecuadas sobre todo para niños y poco pueden aportar a los adultos se ha hecho preponderante. Cabe lamentar esta escisión entre los gustos literarios de los niños y los de sus padres, mediante la cual tiende a ensancharse la frontera que separa unas experiencias tan ricas de significación para los unos como para los otros”.
Donde viven los monstruos es como un cuento de hadas de esos que se escuchaban con atención, tanto por niños como por adultos y que producían experiencias de gran riqueza para ambos. Tomando las palabras de los autores, es una película infantil en el sentido de que nos transporta allí “donde viven los niños”, nos invita a transitar por el mundo de la niñez con todas sus complejidades y sombras. Una película que encarna la estética y la narratividad infantil.

Para meterse en el mundo de Maurice Sendak, autor del cuento e ilustraciones "Donde viven los monstruos", recomiendo en una primera instancia visitar el portal Educ.ar: http://www.educ.ar/recursos/ver?rec_id=106321


[1] Montes, Graciela (1990) “Realidad y fantasía o cómo se construye el corral de la infancia”, cap.1 en El corral de la infancia. Acerca de los chicos, los grandes y las palabras”, Buenos Aires, Libros del Quirquincho, p.13-16.
[2] Me refiero a Psicoanálisis de los cuentos de hadas, publicado en 1976.
[3] Alvarado, Maite y Guido, Horacio (comp.) (1993): Incluso los Niños. Apuntes para una estética de la infancia, Buenos Aires, La Marca Editora. “Prólogo”. P.5.
[4] Ibídem. P.6.

domingo, 24 de junio de 2012

Invitación a discutir el papel de las nuevas tecnologías en la educación: Virtual Educa 2012

Virtual Educa 2012 | Recursos educ.ar

Del lunes 18 al viernes 22 de junio se celebró en la Ciudad de Panamá el XIII Encuentro Internacional Virtual Educa 2012, que cada año invita a discutir el rol de las nuevas tecnologías en el campo de las políticas educativas. 

Información al respecto en el portal Educ.ar del Ministerio de Educación de la Nación. 

sábado, 23 de junio de 2012

América Latina: ¿populismo, demagogia y corrupción?


Transcribo un artículo de Norberto Chaves, argentino residente en España desde el 77. Profesor universitario, autor de varios libros sobre identidad corporativa, marketing, etc. Critica la mirada europea/española sobre los gobiernos populares en América Latina. Imperdible.

América Latina: populismo, demagogia y corrupción


En boca de la pequeña-burguesía, “populismo” y “demagogia” son palabras que suenan con una fuerza peyorativa proporcional al desprecio – abierto o encubierto – que esta clase siente por todo lo que huela a popular.

El pequeño-burgués se autoasigna el rango de modelo de todo lo social, arquetipo del ciudadano: aquel que devora cotidianamente las páginas políticas del periódico en busca de alimento para su pequeña cosmovisión. Y lo logra; pues esa sección está escrita para él: las clases populares leen la sección deportes y los clasificados laborales; y las clases altas, las de economía y sociedad.

Inmediatamente después de lavarse los dientes, el pequeño-burgués se somete voluntariamente al lavado de cerebro y sale a la calle con la satisfacción del deber cumplido – la responsabilidad cívica de informarse – y con la seguridad de pensar por sí mismo y estar en lo cierto; es un hombre libre y lúcido: nadie como él sabe cómo se ha de gobernar el país.

Todo ciudadano que se precie debe, por lo tanto, ser como él, vivir como él, pensar como él y, fundamentalmente, hablar como él. Todo lo demás es jerga. A esta clase rusoniana de oídas, churchillesca y obamiana, un liberalismo de entrecasa la enclaustra en su miopía etnocéntrica: las nociones de pluralidad o diversidad – últimamente tan en boga – no han ingresado en su léxico, ni ingresarán. Una intolerancia que se refleja en su desproporcionada fobia a toda retórica “vulgar”: “hortera” es su adjetivo favorito, el que la vacuna contra aquello que odia.

Para muestra basta un botón: la arrogante condescendencia, cuando no franco desprecio, que esta clase siente por el habla de los líderes populares latinoamericanos. En el discurso de estos políticos sólo ve atraso, arcaicos milenarismos, oscurantismo religioso, chabacanería… Para que un político le resulte aceptable debe ser moderno, avanzado, elegante y moderado: todo un caballero liberal. Debe ser correcto: políticamente correcto, gramaticalmente correcto, retóricamente correcto. Un político como dios manda no debe confundirse con el vulgo. Ni siquiera dirigirle la palabra. Debe hablar para el ciudadano ideal y como el ciudadano ideal. O sea, como el pequeño-burgués.

En el paradigma del populismo y la demagogia esta gente arroja toda manifestación de lo popular, o sea, de la alteridad. Se trata de una clase sociológicamente autista. Les horroriza verse tocados por un discurso ajeno que, por tal, les repugna. “Populismo” y “demagogia” son los fantasmas de una paranoia de clase devenida asco.

Y este asco clasista es una respuesta refleja cuasi-fisiológica: no atiende razones, es un a priori, un pre-juicio. Ello explica que el cúmulo de medidas progresistas de aquellos gobiernos quede oculto a sus ojos. Un mecanismo pre-consciente de negación les impide ver algo tan notorio e internacionalmente reconocido como el progreso latinoamericano. Un progreso que se va forjando no por antojo demagógico de los gobernantes sino como expresión de fuerzas sociales concretas, que nada casualmente han logrado confluir y acceder simultáneamente a los gobiernos de la mayoría de los países latinoamericanos.

Pero, en una matriz ideológica tan esclerosada, la negación – especie de ilusión óptica inversa – es infalible: los mismos beneficios sociales que en Europa esta gente denomina “Estado de Bienestar” (hoy en estrepitoso derrumbe), en América Latina los considera “pura demagogia populista”. Y se quedan tan anchos: no detectan su propia contradicción; no pueden verla: ceguera. O, freudianamente, “error por encubrimiento”.

De allí ese desplazamiento desde el contenido hacia la forma, y la fijación obsesiva en esta última. La opinión política de la pequeña-burguesía se emparenta con el chismorreo de las revistas del corazón: “¡Fíjate cómo se viste! ¡Fíjate la mujer que tiene! ¡Fíjate lo que ha dicho!” En síntesis: “¡Por qué no se calla!”

Si bien el primer puesto en la paranoia retórica pequeño-burguesa lo ocupa Hugo Chávez, esa repulsa barre toda América Latina, llegando a Cristina, que no es militar ni indígena. Precisamente porque América Latina, por primera vez en doscientos años, confluye en un proyecto de autonomía y justicia social. En el fondo, la crítica formal al discurso político apenas oculta un odio sordo y no reconocido a todo avance social que acorte la distancia que los separa de los sectores más “bajos” de la sociedad. De los cuales gran parte de ellos provienen, y a los cuales les horroriza volver. El discurso populista y demagógico les trae malos recuerdos.
  
En el ala derecha de esta clase, aquel asco se disuelve en el asco genérico, universal, del capitalismo: su abierta vocación antisocial. La derecha antilatinoamericana es, en ese sentido, coherente con sus principios. Y, en España, tiene un portavoz: El País, periódico “independiente”, que en racismo ha superado al ABC.

Pero es en el ala izquierda de la pequeña-burguesía donde el asco reviste características más patéticas. Su supuesto progresismo – descaradamente superestructural – no puede cuestionar frontalmente las medidas sociales “populistas”: debe encontrar una coartada. Y esa coartada se la brinda su moralina doméstica, que sataniza la fatídica venalidad de todo demagogo. Una venalidad que da por supuesta, tenga o no pruebas de ella. Se trata de una venalidad necesaria. Cada desfalco oficial la llena de felicidad, pues alimenta su fobia y dota de argumentos “objetivos” a su odio.

Dado que cuestionar de frente aquellas medidas resultaría vergonzante, esta gente las deslegitima parabólicamente: “son tapaderas de desfalcos”. De allí que les convenga ver, y vean, más corrupción en los gobiernos progresistas que en los reaccionarios. El espectacular escenario de corrupción que enloda hoy al “primer mundo” jamás será para ellos tan deleznable como el que ven en América Latina a través de las blasfemias de la prensa neoliberal.

Por efecto de la perseverancia en aquel lavado de cerebro, América Latina resulta ser la región de la droga, la violencia, la inseguridad, las dictaduras, el atraso y la corrupción: la paja en el ojo ajeno. Una paja que, en España, ayuda a olvidar cuarenta años de barbarie consentida, atraso cultural y analfabetismo, apenas superados por treinta y cinco años de hipócrita democracia neoliberal.

Puestos a desentrañar los contenidos abiertamente reaccionarios de las tácticas del poder global (la construcción de la UE, la OTAN, el ALCA, el “progresismo de Obama”) esta gente es crispantemente lenta… si acaso llegan a enterarse. En cambio, para “detectar” los orígenes perversos de las políticas populares son de una velocidad y una sagacidad deslumbrantes. Antes de informarse ya saben que aquello es una trampa: a ellos no se los puede engañar.

Como refuerzo de la maquinaria ideológica opositora a las políticas “populistas”, esa izquierda suma su exigencia de una abstracta pureza ideológica. Más perversa aún que el ala derecha, en nombre de un trasnochado socialismo, prefiere la postergación sine die de toda mejora de las condiciones de vida de los sectores populares, a que estas mejoras nazcan en un contexto político ajeno a su recalcitrante demoliberalismo. En realidad, carecen de ideales sociales. De allí que apelen al argumento de la corrupción para desacreditar a todo aquél que los tenga. Son fachas de izquierdas. La corrupción y la heterodoxia ideológica les ofende más que la explotación. No les indigna la miseria, la injusticia, la dependencia ni el autoritarismo del capital internacional. Proponen para los pobres un “hambre digna”. Son de lo peor.

Norberto Chaves

jueves, 21 de junio de 2012

Alan Turing. Castigado en su tiempo. Indispensable para pensar el presente.

La página Educ.ar, del Ministerio de Educación de la Nación, siempre tiene información novedosa -actualizada y actual- interesante y amena sobre nuevas tecnologías y educación en general. En este caso, la entrada de estos días se refiere a la conmemoración del aniversario del nacimiento de Alan Turing, un científico no lo suficientemente reconocido, considerado uno de los padres de la computación.

Imagen del destacado principal
Lamentablemente era inglés. Lamentablemente para él, ya que su propio país lo persiguió por ser homosexual. El país que algunos ensalzan tenía hacia los años 60 una legislación que condenaba con prisión la homosexualidad. Este genio de las matemáticas y de la llamada "inteligencia artificial" se quitó la vida demasiado joven y el mundo, inestable, intolerante, se perdió de varias décadas más de aportes científicos.

Ese mundo; el mismo que había llevado a la humanidad a la primera y la segunda guerra mundial, esta última en la que Turing había participado y hecho enormes aportes para su causa: la causa imperialista de los británicos.
La entrada en la página de Educ.ar tiene bastante información para empezar a conocer algo sobre este genio al que los honores le llegaron tarde y que fue víctima de la ingratitud y maltrato de su propio país: Inglaterra.

martes, 5 de junio de 2012

El cuerpo contra el capital en España

Al fin y al cabo los estudiantes, los profesores, el personal en general de la universidad, cuando ésta se encuentra amenazada, hacen lo que pueden. Lo que pueden, lo que imaginan que pueden, lo que se animan a hacer. Y después de mucho pensar, forzar, animar se largan con acciones. Y en un mundo donde casi todos estamos convencidos de que las redes sociales democratizan y horizontalizan el acceso al conocimiento y a la información, las cada vez más sutiles formas de opresión y de control social nos sorprenden.
Lo que está sucediendo en España es increíble. Se está desmantelando el sistema de educación pública (que tampoco era tan maravilloso, digámoslo también). Ahora tratan de defender aquello que se pretendía cambiar. Una matrícula anual de varios miles de euros ahora parece una discusión menos. Lo que se discute es que no reduzcan las becas o que no despidan a docentes. La universidad española está en una situación de gravedad.
Los jóvenes a la cabeza acompañados por sus profesores están desarrollando estrategias creativas para negarse a aceptar lo dado, un gobierno de derecha (más que el anterior que ahora en perspectiva parece marxista, casi) alineado sin chistar a los mandatos de la comunidad europea que va achicando a límites insostenible el gasto público. Y son acallados aún en las redes. Vean este video y ayudemos a difundirlo. 
 http://www.youtube.com/watch?NR=1&feature=endscreen&v=gI9XLLSic3M
Pero el problema no es de la universidad; es de la economía y de las maneras de resolver la crisis.
Así me encontré con una serie de videos basados en la intervención creativa y artística en bancos españoles.
Y estos meten el arte por todos lados. El arte y el cuerpo. No se lo pierdan. http://www.youtube.com/watch?v=iop2b3oq1O0
Me gusta mirar las caras y reacciones de la gente. Me gusta el impacto que produce lo inesperado, lo novedoso. ¿Qué hacemos con este arte? ¿Qué hacemos con esta verdad?
Yo, por lo menos, la hago circular. Es arte, es bello, pero es sobre todo aquí y ahora política; lucha.
Escribo esto muy rápido y apurada porque quiero que se sepa; lo escribo sin reflexionar mucho. Ellos salieron a bailar y les hago palmas.
Entren y vean las otras acciones que se difunden en http://www.flo6x8.com/acciones