Hace días que quiero referirme al papelón de Lanata en su triste programa, el último, en el que explicó como un maestrito ciruela ignorante qué era twitter. Horrorizado por las identidades ocultas de los "twitteros K" desnudaba una verdad que no se viste, que no se oculta. Quien conociera twitter solo podía reirse con el programa de Lanata o pensar que se trataba de publicidad encubierta de twitter.
Sorprende y llama a la sospecha la ignorancia denotada ante la "denuncia" del otrora periodista contestatario e independiente de que en twitter se usan identidades "falsas" o que se repiten los mensajes (nadie le explicó bien la idea del retuit, evidentemente).
Afortunadamente esto me llevó a pensar, a twittear también, en cuán importante es conocer las redes, apropiárnoslas y cómo con esta simple herramienta podemos llegar a discernir sin dificultad el periodismo de investigación del periodismo mercantil sin más. Había que hacer un programa, había que atacar al gobierno... no importaba cómo ni a qué precio. Si el precio fue tergiversar los usos de twitter, sus posiblidades, sus herramientas (como el RT), sus recursos y sus limitaciones y montar un espectáculo inverosímil y vacío de contenido, no importa. Lo importante es vender espacio publicitario a los anunciantes.
¿No hay nada para criticarle al gobierno de verdad, de fondo o de forma, que armar una argumentación inconsistente sobre cómo se echa a la red un mensaje K y un ejército de Kamporistas retuitea indefinidamente pagados por Cristina?
Así y todo, o justamente por eso, el hashtag #Lanata se convirtió en
TT. Y basta un paseo por twitter para darse cuenta el error de la
producción y del periodista. En un gigantesco porcentaje son burlas o
simplemente gente desilusionada con quien alguna vez admiraron.
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